Su Hijo y la Nueva Era

Capítulo Catorce

¿Que pueden hacer los padres acerca de la estimulación ofensiva?

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Cuando los niños de nueve años de edad hacia arriba son guiados a creer que [las actuales novelas para adolescentes] reflejan cómo vive la mayoría de la gente, entonces de segura que su conducta se afectará […] Si la sociedad desea una conducta más aceptable, en­tonces la sociedad deberá adoptar ante los jóvenes una conducta mas aceptable (Foro Pro-Familia)


La literatura que no emociona, excita o aterroriza ya no vende mucho en las tiendas seculares de hoy. Substitutos superficia­les y provocativos de la buena literatura más seducen que forman un carácter noble. Tradicionalmente, el aula ha sido un proveedor de libros formadores del carácter. Todavía es así, pero ¿qué clase de valores está formando ahora?

En el otoño de 1988, el profesor de inglés del octavo grado de mi hijo pidió a sus estudiantes que leyeran de Jay McIner­ney «Luces brillantes, gran ciudad». El ambiente: un club nocturno para solteros, a horas de la madrugada. El héroe: «Tú».

Observas a una niña en la orilla de la pista de baile que luce como si fuera tu última oportunidad para tu salvación terrenal [. . .] Allí está ella en sus pantalones ajustados, un peinado con cola echada a un lado, como las rocanrroleras de la década de los cincuenta y como la más deseable candidata que vas a encontrar a estas alturas del partido. El equivalente sexual a comida rápida.

Se encoge de hombros y asiente cuando la invitas a bailar. Te gusta la forma en que se mueve, los suaves contornos de sus caderas y hombros. Después del segundo baile, ella dice que está cansada. Está a punto de salir disparada cuando tú le preguntas si necesita algo que le levante el ánimo.

«¿Tienes alga para fumar?», pregunta ella.

«¿Es Steve Wonder ciego?», respondes tú.

Ella te toma los brazos y te lleva hasta el servicio de mujeres. Un par de cucharas parece que le caerán muy bien. Y tú te sientes fantástico. Un par más. Esta mujer es todo narices.

«Amo las drogas», dice ella, mientras tú caminas hacia el bar.

«Es alga que tenemos en común», le contestas.

«¿Te has dado cuenta cuántas palabras buenas comienzan can D?»

«Drogas. Delicia. Decadencia».

«Desenfreno», agregas tú, poniéndote a tono can ella.

«Dexedrina».

«Delincuencia».1

Una discusión con el profesor de mi hijo dio como resultado un cambio en las asignaturas de lectura. Pero es necesario más que una victoria ocasional para detener el proceso de caída en que va la sociedad. En «Divirtiéndonos hasta caer muertos», Neil Postman compara las escalofriantes profecías de dos autores, Orwell y Aldous Huxley:

Orwell temía que se nos pudiera ocultar la verdad. Huxley temía que la verdad pudiera ser ahogada en un mar de irrelevancia. Orwell temía que llegáramos a ser una cultura cautiva. Huxley temía que llegáramos a ser una cultura vulgar, preocupada con algunos equivalentes de los sentimientos bajos, orgiásticos e intras­cendentes... En 1984... la gente esta controlada par un dolor impues­to. En Brave New World, ellos están controlados par un placer impuesto. En resumen, Orwell temía que nos arruinaría lo que odiamos. Huxley temía que nos arruinaría lo que amamos.2

Postman sugiere que Huxley, no Orwell, estaba en la razón. Yo creo que si Huxley estaba en la razón, la realidad de Orwell seguiría. Los optimistas de la Nueva Era, que creen que la bondad inherente del hombre lo llevará en un viaje ascendente ala perfección espiritual, en palabras de Huxley, han «fraca­sado en tomar en cuenta el apetito casi infinito del hombre por las distracciones».

Los estadounidenses aun leen, pero el propósito de los libros populares es entretener, no informar. Las emociones venden. Los hechos, no. Para controlar a gente hedonista y no pensante, un líder mundial carismático no necesita armas militares, sino promesas.

Yo no soy pesimista. Nuestro Rey ha ganado la guerra, nos ha llenado de Él, y nos ha prometido un futuro glorioso. No necesitamos temer a nada, que no sea volverle las espaldas a Dios. Y si despertamos al presente desafío, podemos marcar la diferencia en el mundo.

Paso número uno: Preparación personal

¿Están los niños aprendiendo a leer con discernimiento, o aceptan cualquier cosa, sólo porque esté impresa?

●   Ore como familia pidiendo discernimiento y sabiduría. No tema que la literatura ofensiva detenga a su familia de disfrutar de los hermosos libros.

●   Comprométase a profundizar su conocimiento de la Pa­labra de Dios. Mantenga un programa diario de estudio de la Biblia. Si sus hijos conocen la verdad, van a poder darse cuenta de las mentiras.

●   Disfruten juntos los libros que demuestran los valores de Dios. Un tiempo de lectura en voz alta desarrolla en muchos niños un profundo amor por la lectura, mientras eso lo capacita también a usted a dirigir el gusto de sus hijos por libros que enriquezcan. «Según el Concilio de Educación Básica, mien­tras el promedio de estudiantes de primer grado lee solamente 350 palabras de una cartilla, su vocabulario por oír se aproxima alas 10,000.3

 

Cuando el padre y la madre cuentan las historias, pueden de­tenerse y explicarlas, contarlas una y otra vez, reorganizarlas y adaptarlas para el niño (Bruno Bettelheim).

Paso número dos: Reconozca los engaños en las revistas

●   Analice con sus niños, cuando sea apropiado, las mues­tras de revistas. Revisen los títulos y señalen lo que es falso. Además de una amplia selección de revistas poco confiables para los adolescentes, yo veo el «Diario de yoga», «Oriente Occidente», «Mezcla mágica», «El tambor del shaman», «OVNI», «Hinduismo hoy» y «Medicación». Si todavía no se ha encon­trado con este material, pronto lo verá.

●   Comprenda que las revistas han cambiado. El número de enero de 1989 de «Diecisiete» traía tres artículos principa­les:

«Balneario ostentoso». «¡Al fin ... tu familia ha desapa­recido, y la casa es toda de ustedes!»

«Niños malos. ¿Por qué los amamos?» «Un simpático y buen niño que tiene la misma cantidad de experiencia que tú tienes... simplemente no podrá hacerte sentir sexy y suficien­temente adulta».

«¿Estás lista para tener relaciones sexuales?» «Hasta que no tengas... un método para controlar los embarazos... [y conozcas la historia sexual de tu amiguito] no estarás lista».4

En la página del índice verá a una muchacha posando seductoramente en medias negras, minifalda negra, una cha­queta de cuero negra, abierta para mostrar un pecho desnudo excepto por un sostén de metal enrejado negro. Título: «Algu­nas personas están realmente cómodas con el metal. Ellas insisten en él, aun en lugares poco usuales... Swatch [el reloj] te da mas que la hora del día».

Paso número tres: Esté alerta a los engaños en los libros

●   Una versión del Cristianismo sin cruz llena la mentira de la Nueva Era de que todos pueden ser uno, con o sin Jesús. Niega la necesidad de redención del hombre y, en efecto, hace del hombre su propio salvador. «Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios» (1 Corintios 1.18)

●   Examine los libros de regalo para niños. Comente sus observaciones con su hijo. Algunos atractivos libros de Audrey y Don Wood están llenos de engaños de la magia de la Nueva Era. Otros libros de pintar, como «El manual de las brujas» por Malcolm Bird, tratan la brujería como un juego que todos pueden disfrutar.

●   Examine la poesía contemporánea para niños. En tanto que algunos poemas son magníficos, otros son grotescos y macabros.

●   Examine los libros de juegos de fantasías. Ellos hacen de usted el héroe, pero ¿qué creencias está usted siguiendo? ¿Qué cuadros mentales creará su imaginación? Al hacer usted decisiones apropiadas a la historia, ¿no vendrán fuerzas ocul­tas a ser parte de su pensamiento? Algunos títulos le parecerán inmediatamente sospechosos, como «Mares de sangre» y «Castillo de la muerte», pero otros muchos parecerán inocen­tes.

●   Este al tanto de lo que leen los compañeritos de su hijo. Converse acerca de su influencia con su hijo. Durante el invierno de 1989, varios de los compañeritos de octavo grado de David leyeron «El ciclo del hombre lobo» por Stephen King, un maestro del horror oculto.

●   Un nuevo tipo de libros de chistes ha cautivado a los lectores. El objeto del humor puede ser el sexo, el matrimonio, los padres, o Dios. Algunas de las ilustraciones pueden ser pornográficas. Aunque necesitamos desesperadamente de un sentido del humor, no necesitamos reírnos de la corrupción ni deleitarnos en la inmoralidad. Dios quiere que nos amemos, nos aceptemos, y nos perdonemos los unos a los otros. Pero también nos dice que debemos disciplinarnos y controlar nues­tra naturaleza humana. Estudie estos versículos con su hijo: Levítico 11.44,20.26; y Mateo 5.6, 8. Repase Romanos 12.1-2, 9, y 13.14.

Paso numero cuatro: Revise su biblioteca

●   Hágase amigo del bibliotecario. Conozca las reglas y limitaciones de la biblioteca. Conozca su definición de literatu­ra para adultos y averigüe si los niños tienen o no acceso a ella.

●   Muchas de las personas que hacen decisiones parecieran negar las diferencias esenciales que separan la niñez de la adultez. Los niños no tienen el conocimiento, la sabiduría, o la experiencia para hacer decisiones adultas y asumir responsa­bilidades de adultos. Cine, televisión y libros para adultos constituyen estímulos de adultos que los niños no están prepa­rados para manejar.

 

«Declaración de Derechos» de la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos establece que, sin importar edad, todas las personas tienen acceso ilimitado a todo material de la bibliote­ca [...] En principio esto elimina la distinción entre secciones juveni­les y de adultos [...] ¡Los niños tienen acceso a todos los libros! ¿Quien dio ala Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos el derecho de hacer tan importante decisión? (Foro Pro Familia).5

●   Revise cuidadosamente los libros promocionados en ex­hibidores especiales para niños y para jovencitos (adolescen­tes). ¿Están promoviendo religiones anticristianas o valores bajos? ¿Promueven las biografías filosofías sociales que se oponen al cristianismo? ¿Se mantiene un balance con otros puntos de vista? Si no es así, nuestras bibliotecas pueden ser --como los medios de comunicación- una fuerza política con increíble poder para influir en los niños según sus propios prejuicios.

●   Comente sus preocupaciones con el bibliotecario. Revise las instrucciones en el capítulo 2. Sugiera soluciones. Aunque las bibliotecas locales exponen sus valores, la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos niega la necesidad de pro­teger a los niños de cierta clase de literatura e ilustraciones para adultos.

Paso número cinco: Forme un frente en la batalla por la verdad

●   Continúe orando con otras familias cristianas pidiendo de Dios sabiduría y dirección.

●   Escriba a los anunciantes en revistas ofensivas. Bajo el liderazgo del doctor Dobson, un diluvio de protestas de los padres en contra del estilo de Sassy hizo que se retiraran algunos de sus más importantes anunciantes. La consecuente presión financiera parece que hizo que Sassy fuera más res­ponsable en su información.

●   Mantenga al día una biblioteca en la iglesia y anime a otras familias a que la respalden y la usen.

●   Deje que Dios le aliente con pasajes bíblicos que prome­ten victoria a todos aquellos que confían en EI y le siguen. Vea Salmos 25.1; 4-5; Éxodo 14.13-14; Deuteronomio 1.30; 20, 1,4.

Lecturas Sugeridas

The Read Aloud Handbook [Manual para lectura en voz alta], por Jim Trelease

Honey for a Child's Heart [Miel para un corazón de niño], por Gladys Hunt.


 Notas:

     1.      McInerney, Bright Lights, Big City [Luces brillantes gran ciudad], Vin­tage Contemporaries, New York, 1984, pp. 6-7.

2.      Neil Postman, Amusing ourselves to Death [Divirtiéndonos con la muer­te], Viking Penguin, Inc., New York, 1985, vii-viii.

3.      Jim Trelease, The Read Aloud Handbook [Manual de lectura en voz altaI, Penguin, New York, 1987, p. 40.

4.      Seventeen (Diecisiete), enero de 1989, pp.92,82,12.

5.      «X-Rated Children's Books» [Libros clasificados X para niños], Foro Pro Familia, P.O. Box 8907, Fort Worth, Texas 761240


 Capítulo Quince: Música y sentimientos paganos