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Jesucristo: La victoria con humildad

  

Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla... Filipenses 2:9-10

 

...si haciendo bien están afligidos, y lo sufren, esto ciertamente es agradable delante de Dios. Porque para esto son llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que ustedes sigan sus pisadas." 1 Pedro 2:20-21

 

 

Consideren a Jesús nuestro Salvador, nuestro Señor, nuestro Pastor, y nuestro Rey -- quien es expresión sin tacha del amor perfecto de Dios.

 

Hace muchísimo tiempo, desde su reino celestial, Jesús veía a los hombres, con sus vidas arruinadas, su esclavitud al pecado, sus necesidades sin esperanza de satisfacción, y su ceguera espiritual. El quiere librarnos de la esclavitud, quiere abrirnos los ojos y mostrarnos Su camino y hacer posible que vengamos a Él. Por eso dejó Su trono celestial y vino a este mundo caído, se hizo bebé pobre e indefenso.

 

Para nuestra salvación Jesús renunció a todo lo que los humanos anhelan -- el poder, el honor, y belleza perfecta. El escogió la humildad, el compartir en nuestras angustias, y el servirnos desinteresadamente. Para que podamos compartir Su victoria, El sufrió deshonra.

 

Los pobres, los enfermos, los arruinados, los oprimidos acudían a Jesús en tropel. Con toda compasión El los curaba, les daba de comer, les enseñaba, los alentaba. Derramaba Su vida y su fuerza, hasta que Su propio cuerpo físico estaba agotado y dolorido y anhelaba reposo y tranquilidad.

 

Pero los que eran fuertes y orgullosos Le rechazaron y sus propios amigos le fallaron. Los que esperaban un Rey conquistador o un hombre político poderoso no se interesaban en un simple carpintero que había nacido en un establo. Hasta sus mejores amigos entendieron mal a Sus palabras, y pusieron en duda Su identidad. La muchedumbre que había oído Sus eneñanzas y había recibido su ayuda no hicieron caso a Su llamada y se negaron a seguirle. Los líderes religiosos le despreciaron y conspiraron para matarle. Fué traicionado y se burlaron de El, luego Le  flagelaron y Lo crucificaron.

 

Jesús Se sometió a su crueldad y rindió Su vida voluntariamente. La gente que El vino a salvar Le torturaron; sangrante y moribundo, ofreció una oración simple para ellos:

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Lucas 23:34

 

¡Nada le sorprende! El ve nuestros corazones que fallan y sabe lo que tiene que hacer. Primeramente, nos da Su Palabra y nos muestra el camino. Pero su tarea más importante fue que llevó nuestros pecados a la cruz y sufrió nuestra sentencia, para librarnos del poder del pecado y de Satanás. Mientras padecía la agonía de la cruz y el peso espiritual inconcebible de nuestro pecado, nuestro Salvador exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo Mi espíritu." Mientras la oscuridad cubría la tierra, Su vida terrestre se desvaneció. Para sus discípulos, parecía que la muerte reinaba.

 

Pero esto no duró mucho tiempo. Jesús había conquerido la muerte y Satanás al mismo tiempo, y resuscitó de la muerte hacia los cielos muy por encima de todo reino, toda autoridad, y todo dominio terrestres. Todo lo que está en los cielos y la Tierra está sujeto a El. Todos los que Le conocen de verdad y Le siguen pueden estar seguros que nada nos puede separar de El.

 

Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38-39

 

Pero Su vida triunfante no es nuestra para que la usemos para satisfacer nuestros deseos y nuestro placer. La Biblia compara Su vida a una Fuente de Aguas Vivientes corriendo en los corazones de los que toman parte en Sus intenciones, Su voluntad, y Su obra, es decir, los que están dispuestos a "seguir en Sus pasos" (1 Pedro 2:21-23).

 

He aquí las palabras de Jesús, El que vivió entre nosotros humanos, porque Él nos muestra el camino de la fé y del abandono a Dios. Por medio de Su Espíritu Santo, Él nos habilita para seguir en Sus pasos:

 

"De  cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre... Juan" 5:19

"No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre." Juan 5:30

 

Los que quieren seguir a Jesucristo están llamados a servir y a sufrir tal como Él, siempre según la voluntad del Padre. Cuando andamos con Él, "mirando a Jesús", Dios llena nuestra vida - ese vaso de barro puesto aparte para Sus fines - la llena hasta que a desborda. De esta manera Su vida que Él derrama en nostoros puede despordar como un manantial para los encontramos que están perdidos y tienen sed. (Hebreos 12:2)

 

 

Jesús, mi Señor ¡qué maravilloso eres! Yo no merezco Tus obsequios y Tu amor asombroso. Sin embargo Te ruego que Tú me purifiques a mi corazón, que guíes a mis pasos, y que me llenes hasto desbordar de Tu precioso Espíritu Santo. Por Tu gracia, hazlo posible para mí de "mirar a Jesús" hasta que Tu hermosa vida me transforme a mi alma. Limpia y vacía a este vaso de barro de todo lo que pueda obstruir que la corriente de Tu agua viviente entre en mi corazón y salga hacia Tu gente. Te amo, Jesús ¡mi Salvador y mi Rey!

 


Referencias:  Isaías 53;  Mateo 28:18;  Marco 16:19;  Lucas 1:31, 23:34; 

Juan 6:64-65;  2 Corintios 3:18;  Efesios 1:20-23;  Filipenses 2:5-11,

 Hebreos 2:14-18,  4:14-16,  5:6-11 and  12:1-3.

 

También vea a: ¿Qué es ser cristiano?

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